UNA DE CAL Y OTRA DE ARENA

Teniendo en cuenta el post anterior, en el que hablaba de la ley Sinde, y sobre si la ex ministra de cultura, promotora de esta ley, había tenido en cuenta o no a la ciudadanía, cabe mencionar que nuestro nuevo Ministro de Cultura, José Ignacio Wert, en un intento por contentar a todos, ha vuelto a caer en el error de tomar una decisión a la primera de cambio.

¿Por qué digo esto? Porque en mi opinión, el nuevo gobierno sí que ha cumplido con su palabra en cuanto a realizar cambios, pero ¿de qué manera? Entrando en un juego de “lo ves, no lo ves”, en el que el nuevo canon digital ha pasado de pagarlo los compradores de aparatos electrónicos, a pagarlo toda la sociedad, puesto que queda a merced de los Presupuestos Generales del Estado y por lo tanto de cambiar su fuente de ingresos.

Si el nuevo gobierno ha querido aprobar la ley por la presión de Estados Unidos, concretamente de la industria del cine norteamericana ante el cese de seguir emitiendo en España tal y como lo afirman los papeles de Wikileaks, no estoy del todo de acuerdo, pero entiendo que en una situación como esa no le quede más remedio que aceptarla ya por simples cuestiones de política y seguir manteniendo las relaciones bilaterales. Pero, por ello mismo, creo que el gobierno podría compensarnos en vez de seguir penalizándonos de esa manera.

Si tanto promueven la cultura, ¿por qué ningún gobierno les interesó desde el principio?

Desde que comenzó el uso de webs, nos podrían haber concienciado sobre el uso de Internet, poco a poco, estableciendo leyes claras, renovándolas al mismo son con el que crecía éste y no corriendo, de sopetón, sin respuestas claras ni medidas coherentes al respecto.

Nosotros, no somos los pecadores por descargarnos cosas de Internet, los que realmente pecan de no haber realizado su trabajo desde el principio son ellos, el Ministerio de Cultura, que no sé si será por cuestión de que nunca anteriormente hayan tenido ni voz ni voto o porque realmente quieran tener su protagonismo ahora. Están creando, nunca mejor dicho, una cultura de disgregación, al hacer que cada vez más gente deje de creer en política.

¿Realmente es ese el futuro que desean para España?